La gente se enloquecía minutos antes de comenzar el partido, miles de hinchas aparecían en el Centenario sin entrada, colándose por lados insólitos. Policías con caballos, imponían un miedo atemorizante, el sol alumbraba en la cara y todo parecía el comienzo del final de la pesadilla…
El reloj marcaba las 16:00, la pelota posaba en mitad de cancha y a sus alrededores miles de personas con cara de preocupación. Del otro lado, un susurro al canto de "a la promoción, a la promoción".
El reloj marcaba las 16:00, la pelota posaba en mitad de cancha y a sus alrededores miles de personas con cara de preocupación. Del otro lado, un susurro al canto de "a la promoción, a la promoción".
Nadie sabría el resultado del partido, todos especulaban con que el equipo victorioso, iba a ser River.
La gente sacaba fotos, llenaba de agua los globos para poder colgar las banderas en los alambres. Se subían a la baranda y miraban a su alrededor con miedo. Estudiantes superaba la cantidad de gente en la cancha, debido a las pocas entradas dadas. El césped se veía mas limpio que nunca. Los árbitros verificaban el campo de juego y cada uno de los arcos. Se escuchaban unos insultos hacia los líneas, se oía muy a lo lejos, gastadas para los alcanza pelotas. Y al fin lo que todos esperaban:
Salen los jugadores a la cancha, los reciben con papelitos, banderas y canciones al ritmo de bombos. “Pelado…pelado” y del otro lado se escuchaba “Enzo... Enzo...” Y mas de un millonario habrá dicho” que lindo seria volver a corear “Enzo... Enzo”.
Del lado visitante: la gente se comía las uñas, se impacientaba por gritar un gol, que al fin y al cabo, sabían que iba a llegar. Cada uno con su radio, comentaba como iba el partido de Huracán ya que si le ganaba a Velez lo dejaba descendido a Quilmes, y eso repercudía en el partido siguiente de Quilmes-Olimpo, ya que el cervecero al estar descendido jugaría con suplentes para que Olimpo gane, y de esta manera dejar en promoción a River.
A lo lejos se escuchaba “Gano el fortín” y por dentro un respiro y pensar que, otra vez, se había dado una gran chance para el conjunto rojo y blanco.
Reparten banderas de palo con los colores de Argentina y de la banda, para que desplieguen su tela al ritmo del canto “Y al jugador que deje la vida por esos colores”.
River no juega, sin ideas, apagado, casi sin vida, demostraba rendirse ante los ojos de sus propios hinchas.
Estudiantes ordenado, era superior y preciso, pero seguía sin convencer a su publico.
Del lado local: afiches con formas de calculadoras, cartulinas con la letra “b” y sus hinchas al canto de “te vas a la b, millonario, te vas a la b”.
Dentro del campo, todo esta mas que caliente. Agarrones, pelotazos y faltas, demostraban el poco fútbol que estaba en juego, provocando bostezos en los miles de espectadores que se acercaron hasta la cancha de Quilmes para ver Estudiantes-River. Pasada la primera etapa del encuentro, la gente aprovechaba para pensar, de que manera iban a gritar ese tan esperado gol. Y al pitazo de Pitana, el árbitro, solo hubo que esperar 3 minutos para que toda popular y platea, de river, salte de emoción. Desde la platea se observaba como la popular se desgastaba para gritar ese gol. Las venas de los cuellos de cada una de las personas estaban a punto de explotar. Era euforia, era desahogo, tranquilidad, respiro. Se sacaban, comenzaban a cantar una y otra vez más fuerte. Se terminaba el calvario para River, se abrazaban, lloraban y el jugador le daba una esperanza al hincha para sentir, que el millonario, no estaba muerto.
Ya no importaba si el sol pegaba en la cara, ya no molestaba que las banderas tapen la visión del partido, ni jodia que el equipo contrario los cargue con esos cantitos sin sentido por que, el gol, los dejo perplejos.
Hasta que apareció Sarulyte para ponerles un baldazo de agua fría a las gallinas, marcando la igualdad.
Del lado local, todo era fiesta. “de la cuna hasta el cajón yo soy hincha del León”. Se impacientaban por mostrar esos afiches en forma de “b” y hacer saltar de bronca a la popular de River. Desde la platea, un gordito se empeñaba en gastar a la popular visitante con señas. La gente de River le respondía y todo se volvía un caos.
El equipo desesperaba y la gente comenzaba a insultar. A lo lejos, se observaban piñas. Nada funcionaba de la mejor manera, y el resultado no era el esperado para el conjunto millonario.
Miles de sentimientos pasaban por la cabeza de los hinchas de River, las caras de preocupación eran un puñal clavado en el corazón.
El partido termina igualado. Estudiantes, conformado con el empate, deja a toda la tribuna visitante perpleja y atónita. Sin fuerza, sin ganas de volverse a su casa. El hecho de pensar que todavía queda una semana de sufrimiento, es aun más atemorizante, y lo que podría haber sido la final de una pesadilla, se convirtió en el comienzo de la vigilia.
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